La muerte de Ana Orantes cambió la percepción de la violencia de género

Ana Orantes se casó con 19 años, soportó 40 de tortura y murió con 60 quemada viva en el patio de su casa en Cúllar Vega, Granada, en diciembre de 1997. Su exmarido la roció con gasolina a los 13 días de aparecer en un programa de televisión en Canal Sur en el que denunciaba los malos tratos que había sufrido.

ANAORANTES

 

La muerte de Ana Orantes cambió la percepción de la violencia de género

Ana Orantes murió en manos de su marido. Su asesinato conmocionó a la opinión pública y provocó una revolución legislativa que comenzó con la reforma del Código Penal y culminó con la aprobación por unanimidad, en 2004, de la Ley Integral contra la Violencia de Género. Poco después se puso en marcha 016, un servicio de información telefónica dirigido a las víctimas de violencia de género, los familiares, las amistades y la población en general, que funciona las 24 horas los 365 días del año.

Antes del homicidio de Ana Orantes, las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas se quedaban fuera de las estadísticas y se englobaban dentro del concepto de «parricidio», cualquier homicidio cometido contra un familiar en primer grado. No había distinción en función del sexo. El tema carecía de interés jurídico y social.  El asesinato de Ana Orantes provocó manifestaciones de repulsa y movilizaciones, en las que durante años se pudo oír el grito de «Ana somos todas». Se sucedieron los homenajes y las muestras de condolencia.

Ana Orantes denunció y denunció. Intentó separarse y, en una de esas, el juez le dijo que volviera a casa con su marido porque en toda su vida nunca había visto llorar a un hombre por una mujer como lo había hecho su marido. Años después se divorció, pero el magistrado decidió que siguieran viviendo en la misma casa, ella en el piso de arriba y él en el de abajo. Compartirían el mismo patio, el escenario del crimen aquel 17 de diciembre de 1997.

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