El paternalismo en el Trabajo Social
Las personas que hemos estudiado Trabajo Social y tenemos la suerte de estar ejerciendo tenemos muy en cuenta el Código Deontológico en nuestro día a día.
Respecto a nuestro compromiso ético, por lo general, sabemos diferenciar el paternalismo negativo del postivo. El primero, referido a no tener en cuenta la opinión del usuario/a y el segundo centrado en priorizar el bienestar de la persona usuaria a su autonomía en los supuestos indicados en él.
Es interesante tratar el tema del abuso de poder que podemos tener los/as profesionales de lo social. Existe la EVU (Escala de violencia hacia la persona usuaria) para identificarlo. Por ejemplo, este tipo de malos comportamientos que podemos tener en nuestro día a día van de la mala praxis al comportamiento moral por excelencia.
La mala praxis se centra en el comportamiento del profesional en el que únicamente se vela por hacer el bien a la persona usuaria sin tener en cuenta su opinión; imponer nuestra opinión por encima de todo. Por otro lado, la violencia antipaternalista estaría en el polo opuesto y refiere a esas formas de trabajar en los que se le da prioridad a la decisión de la persona sin tener en cuenta las consecuencias que ello pueda tener en su futuro y en su bienestar; es decir, “profesionales dejados que no tienen interés en complicarse en el trabajo”.
Existen otro tipo de malos comportamientos como la violencia metafísica (predisposición cognitiva que las y los profesionales tienen al abuso de poder); paternalismo benigno (aquellos comportamientos paternalistas o antipaternalistas permitidos en el Código) y antipaternalismo benigno (daría prioridad a la autonomía de la persona usuaria sin prestar atención a su bienestar siguiendo los supuestos señalados en el Código).
¿Cómo debemos actuar los/as profesionales de lo social?
Como ya sabemos los extremos no son buenos. El no paternalismo sería el comportamiento ético por excelencia que deberíamos desarrollar; velando por el bienestar de la persona y teniendo en cuenta su opinión.
Un ejemplo que me viene a la mente es el típico en el que una persona solicita ayuda alimentaria sin reflexionar por qué no puede llegar cubrir esa necesidad; qué está fallando y qué puede hacer por mejorarlo y ese tipo de profesionales que aceptan ese apoyo sin ir más allá y proponer también otro tipo de intervenciones que ayuden realmente a la persona.
Artículo de: El Comercio. Escrito por Francisco Idareta Goldaracena (Doctor en TS; Docente e Investigador de la Universidad de Navarra).
Foto: sumafelicidad