Las largas listas de espera se hacen todavía más largas
Hasta que no estás en una de esas listas interminables, no te das cuenta de lo mal que funciona lo público. Lo que tienen en común Servicios Sociales, Sanidad, Justicia… son las largas listas de espera que no hacen más que llevar a sus usuarios a la desesperación.
Las largas listas de espera se hacen todavía más largas
Precisamente ayer El País publicaba un artículo en el que se alertaba del significativo aumento de las listas de espera en España. Las pruebas diagnósticas y algunos servicios quirúrgicos que antes se derivaban a clínicas privadas (si la espera era muy larga, la Seguridad Social te enviaba a una clínica privada con la que tuviera algún consorcio) ahora se realizan íntegramente en los centros de la Seguridad Social, para ahorrar, alargando exponencialmente la espera.
Fuente: Ministerio de Sanidad. / EL PAÍS
Pero este problema no afecta únicamente a los servicios de salud. Si no tienes para comer, si no tienes para pagar tus facturas, si tienes que enfrentarte a un problema legal, etc… En definitiva, si estás en una situación de urgencia, te enfrentas a la frustrante realidad de un servicio público mal gestionado.
Los servicios de Sanidad, Servicios Sociales, Justicia y demás ámbitos, carece de sentido cuando para beneficiarte de ellos tienes que esperar periodos tan largos que hacen inútil o ineficiente la solución cuando te llega. Una persona que acude al médico porque cree que está enferma y tiene que realizarse pruebas para ello, necesita ser atendida con urgencia; al igual que una persona que pide cita en Servicios Sociales tiene una situación que le desborda y necesita ayuda inmediatamente. La solución, cuando el bolsillo lo permite, pasa en la mayoría de los casos por buscar alternativas privadas.
Uno de los pilares básicos del Estado de Bienestar, en el que el Gobierno se hace cargo de los servicios y derechos de la población, va de mal en peor. Por si fuera poco, la propuesta del Gobierno para cambiar esto pasa por privatizar servicios y disminuir la intervención estatal, una solución que se ha demostrado muchas veces insuficiente, ya que si el mercado es quien regula las relaciones socio-económicas siempre habrá sectores perjudicados, como los enfermos crónicos, los ciudadanos con ingresos bajos o los que requieran unas necesidades que no sean rentables para una empresa privada.