Nuevas formas de cuidados y apoyos en España
El sistema de cuidados y apoyos en España se ha articulado en torno a un modelo tradicional y asistencial que consiste en llevar a las personas (mayores, con discapacidad, en situación de sinhogarismo, con problemas de salud mental, niños/as en riesgo o desamparo…) a lugares específicos, muchas veces alejados del núcleo urbano, donde no se pueden relacionar con otras personas y, en muchas ocasiones, sin tener en cuenta la vida que desean. Este modelo asistencial, que suele ser de gran tamaño, impide tener un trato personalizado y adaptado a lo que cada persona quiere.
La covid evidenció consecuencias y riesgos sociales con este tipo de atención: sobrecarga del personal de cuidados, exposición de personas en lugares masificados como las residencias, la dificultad de atender de manera adecuada las necesidades de esas personas, etc.
Si bien es cierto que en los últimos años se están desarrollando otras formas de atención con servicios más personalizados, de pequeña escala, ubicados y conectados con entornos comunitarios, que repercuten de manera positiva en la calidad de vida de las personas, todavía sigue siendo una asignatura pendiente en el cambio de cuidados recomendados.
Estos modelos diferentes coexisten en nuestro país, pero se están abriendo paso otras formas más innovadoras. Y esto no es algo que solo esté pasando en España, sino que la Comisión Europea defiende y promueve la plena implantación de iniciativas que favorezcan el cambio de modelo de apoyos.
El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 está comprometido con la transformación de modelo de cuidados y apoyos, es decir, abordar un proceso de transformación social que contribuya a comunidades más inclusivas, acogedoras y respetuosas con la diversidad, donde tener más necesidades de apoyo y/o vivir situaciones de exclusión social no implique tener que ser apartado de los lugares donde viven las demás personas o no poder llevar a cabo una vida elegida.
Estos nuevos modelos de trabajo y desarrollo comunitario implican nuevos perfiles profesionales que permitan abordar los procesos de desinstitucionalización y tránsito y asegurar la coordinación de las diferentes administraciones públicas y organismos involucrados. Así prestar un apoyo centrado en la persona. En definitiva, mostrar alternativas comunitarias que generen mejores resultados para las personas y sus comunidades.
Y yo, como trabajadora social, tengo la suerte de formar parte de un proyecto piloto de experimentación e innovación social que están desarrollando un total de 124 entidades y que tenemos como misión identificar claves que contribuyan a este cambio, indagando en nuevos sistemas y modelos de intervención.
Todas las personas tienen el derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad.