El mundo visto desde un/a Trabajador/a Social
Cualquier persona, con ojos, puede ver la imperfección de la vida; otros, desarrollando otros sentidos, se darán cuenta de lo complicado que es vivir. Un/a Trabajador/a Social tiene un “don” o, al menos, una vocación que le impulsa analizar la vida de las personas y los problemas que conllevan. Un/a profesional de lo social ve, escucha, siente, detecta un problema e intenta darle una solución. Así somos.
En la carrera aprendí muchas cosas teóricas, pocas prácticas y creo que eso pasa en cualquier carrera ya que hasta que no te enfrentas al mundo, no puedes aplicar lo aprendido a la vida diaria. El principio del comienzo de un/a Trabajador/a Social es todo menos fácil. El primer trabajo al que debes enfrentarte es algo muy frustrante ya que estás tratando no sólo con personas sino también con sus problemas. Esas personas que confían en ti y te cuentan lo que les sucede, esperan algo de ti, una solución o al menos, una ayuda puntual ya que ellos no saben cómo actuar.
El temor de cualquier Trabajador/a Social primerizo es no saber responder ante una demanda, ya sea implícita o no. Tememos no detectar el problema real o, de hacerlo, no saber cómo intervenir. Nos asaltan muchas dudas y esto nos puede paralizar. Mi consejo, al menos el que yo puse en práctica es que si bien tratamos con personas, también ellos entenderán que no lo sabemos todo. Ante cualquier duda, lo mejor es explicárselo al usuario y que sepa que intentaremos hacer todo lo que esté en nuestra mano pero que, como buen ser humano, todos cometemos errores.
No debemos tener miedo ante una equivocación pero, más vale ser sincero y no hacer nada que intentar hacer algo que pueda perjudicar a alguien.
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