Los nueve tipos de personalidad

Desarrollado por Óscar Ichazo y Claudio Naranjo, el eneagrama es una herramienta tan útil y práctica que está siendo utilizada por multitud de profesionales. La palabra eneagrama significa en griego nueve líneas. Principalmente porque describe, a grandes rasgos, nueve tipos de personalidad.

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Los nueve tipos de personalidad

Eneatipo 1: el que quiere ser perfecto. Su trauma es que se siente imperfecto. Para compensar esta sensación de insuficiencia, crea inconscientemente un ideal de cómo debería ser. En el proceso se vuelve muy autoexigente y crítico consigo mismo. Y dado que nunca alcanza la perfección deseada, tiende a enfadarse y frustrarse con facilidad. Es prepotente y rígido. Considera que su punto de vista es el adecuado. Su aprendizaje pasa por transformar la ira en serenidad, aceptándose tal como es.

Eneatipo 2: el que necesita amor. Su carencia es que no se quiere a sí mismo. Considera que ser buena persona es pensar en los demás. Cree que cuanto más ayude a la gente, más le querrán. Pero en el proceso se olvida de sí mismo y de sus necesidades, se vuelve dependiente e incapaz de estar en soledad. Debido a su soberbia, considera que sabe mejor que los demás lo que necesitan y suele dar consejos. Su aprendizaje pasa por transformar su orgullo en humildad.

Eneatipo 3: el que necesita valoración. Quiere destacar en algún ámbito. Considera que su valía como ser humano depende de sus triunfos profesionales y del estatus social alcanzado. Tiende a obsesionarse con la imagen, el éxito y el reconocimiento. Es presumido, ambicioso y competitivo, actuando como un camaleón para impresionar. Su aprendizaje pasa por transformar su vanidad en autenticidad, valorándose por lo que es en vez de por lo que hace, tiene o consigue.

Eneatipo 4: el que necesita atención. Para compensar su complejo de inferioridad, fuerza convertirse en una persona única, especial y diferente. Al compararse con la gente, suele considerar que le falta “algo” para poder ser feliz, sumiéndose en la envidia, la tristeza y la melancolía. Es egocéntrico, se siente incomprendido y padece frecuentes altibajos emocionales. Su aprendizaje pasa por aprender a interesarse más por los demás que por sí mismo.

Eneatipo 5: teme expresar sentimientos. Le incomodan los sentimientos y el contacto físico. Suele ser distante, frío, reservado y un poco ermitaño. Y tiende a encerrarse en su soledad, regodeándose en su mundo racional, teórico e intelectual. Acumula información y conocimiento sin sentirse jamás preparado para pasar a la acción. Su aprendizaje pasa por conectar más con su corazón, encontrando el equilibrio entre lo que piensa y lo que siente.

Eneatipo 6: el que teme tomar decisiones. Su herida es que no confía en sí mismo. A menudo le invade el miedo y la ansiedad. Es inseguro y se preocupa mucho. Para aplacar sus dudas, suele preguntar a otras personas qué hacer con su vida. Su aprendizaje pasa por transformar su cobardía en coraje, cultivando la confianza en sí mismo para asumir las consecuencias de sus propias decisiones.

Eneatipo 7: el que teme sufrir. Tiende a desarrollar una personalidad divertida, alegre y positiva, utilizando el sentido del humor como mecanismo de defensa. Suele ser hiperactivo y hedonista, obsesionándose con la búsqueda de placer en el corto plazo como antídoto para sepultar su aburrimiento e insatisfacción crónicos. Su aprendizaje pasa por cultivar el silencio y el arte de no hacer nada, conectando con la felicidad y el bienestar que residen en su interior.

Eneatipo 8: el que quiere tener el control. Su mayor miedo es que los demás le hagan daño. Vive a la defensiva, reaccionando agresivamente cuando se siente amenazado. Tiende a intimidar por medio de su mirada y su fuerte personalidad. Le gusta estar al mando de las situaciones para no someterse a la voluntad de los demás. No soporta que nadie le diga lo que tiene que hacer y la injusticia le saca de sus casillas. Su aprendizaje pasa por soltar el control y aceptar su vulnerabilidad.

Eneatipo 9: el que quiere evitar el conflicto. Su trauma es que no sabe lidiar con el enfado de quienes le rodean. Tiende a infravalorarse, suele pasar inadvertido y evita tomar partido para no molestar a nadie. Le cuesta mucho decir “no”. No da su opinión y se amolda al pensamiento general. Es apático, dejado y pasivo. Su aprendizaje pasa por transformar su pereza en proactividad, haciéndose valer y aportando valor al mundo.

 

Fuente: el país

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